Una utopía sobre la vida.
Nacemos sin la remota idea de lo que venimos a hacer aquí. No existe un manual que te diga cómo vivir, y los que existen o pretenden serlo, están para la jodida.
Nacemos como humanos y conforme crecemos, todos los sistemas ideológicos se encargan de quitárnoslo y convertirnos en todo lo que la escasa mente humana alcanza.
Y nos limitan, nos hacen creer que estamos tan restringidos en todas nuestras capacidades humanas que no valemos nada sólo si obedecemos a algunos cuantos que por alguna secreta y extraña razón los denomina “alguien” con capacidades extras, invisibles a todos, pero adjudicadas al fin y al cabo.
Aquí entran los manuales de vida. Cada compañía ya sean las religiones o ideologías diversas, alzan la mano y se pelean por las almas de todos los humanos, haciendo publicidad y engañando gente, gente que crece ahogado entre tanta mentira y que por su debilidad anímica, producto de todo esto, ya no ve con claridad, fuerza y responsabilidad su propia vida, si no que la deja en manos de uno de estos seres con capacidades extras invisibles a todos pero aceptadas.
Así, de repente todos nos entregamos a un sistema sin personas específicas, con ideologías imposiblemente humanas, con prácticas inverosímiles, que van en contra de toda naturaleza del ser.
Nos convertimos en cuerpos esqueléticos y huecos, con grandes pesos encima.
Vivimos agobiados al mínimo rayo de luz y libertad, porque nos enseñaron a no vivir nuestra vida, sino la de los demás, la de ese alguien inconcreto que te dice qué está bien y que está “mal”, qué es aceptable y que es inadmisible, que puedes y que no puedes, que debes y que ni sueñes.
Al mínimo sentimiento de alegría y conformidad, te sientes egoísta, te dan remordimientos de consciencia porque no te enseñaron a ser feliz, a disfrutar de la vida. Te han hecho creer incluso que sentirte realizado es reprochable, porque no lo puedes sentir para ti, pues tu no vales nada si no estas cargando con esa ideología con la que te han inundado.
Pero todo eso es estupidez en su estado puro. Ya son tantas las reglas sociales, morales, religiosas, ideológicas, que se han convertido en absurdas, solo los que no quieren verlo, por comodidad o por miedo, siguen pensando que eso es vida.
Vivir con cualquier sistema de creencias actual, es ir en contra de nuestra propia naturaleza.
No existe una sola forma de vivir la vida, de hacer las cosas, de pensarlas, de vivirlas, de sentirlas, de disfrutarlas, pues por eso mismo no hay manuales para vivir, pues porque todos somos diferentes, pero todos somos iguales como especie.
Todos tenemos necesidades biológicas, afectivas, intelectuales y físicas, TODOS.
¿Porqué negarlas? ¿Porqué esconderlas? ¿Porqué hacernos de la vista gorda como si no existieran? Aquí están con nosotros, en cada instante podemos sentirlas, pues tenemos vida, somos seres sensibles, no cuerpos vacíos que sirven solo de empaque de nada.
¿Porqué engañarnos obligándonos a disfrazar lo que sentimos tan claramente? ¿Porqué velar las sensaciones tan deliciosamente humanas?
Si nos reconociéramos como humanos y aceptáramos todas nuestras necesidades y capacidades, seríamos una especie más evolucionada y sensible. Podríamos ver lo que aun no existe, darle forma a lo indescriptible, podríamos alcanzar el éxtasis o el nirvana como parte natural de nuestra vida. Podríamos disfrutar y conocer la más sublime de las sensaciones posibles, llegar a puntos nunca antes imaginados tanto de placer como de dolor, siendo ahora sí verdaderamente humanos.
Podríamos así agradecer a Dios por todas las capacidades con las que fuimos creados, pues les hemos sacado provecho, conociendo todos los límites que nos ha regalado, por que de otra manera ¿cómo llegaremos al estado de gratitud si no hemos abierto nuestro regalo? ¿cómo sabremos para qué sirve la vida con este cuerpo y esta mente si no la utilizamos? ¿cómo sabremos para qué estamos aquí si no experimentamos? ¿cómo sabremos lo que somos si no nos conocemos? ¿cómo nos relacionaremos si no nos aceptamos?
Quién gana cuando se llega a una edad en la que te puedes cuestionar y solo obtienes frustración. ¿Quién gana si solo te deprimes y te sientes confundido, limitado, débil, ignorante y frustrado? Y todos observan que has llegado a ese momento, porque todos lo han experimentado, pero están tan empapados y ciegos por su sistema de creencias que lo más cómodo es insistir en que ya no te cuestiones, en que adoptes uno de los que viven por ti y en los que prestas el cuerpo, la mente y el espíritu yendo por la vida “feliz”. ¿Porqué nos han enseñado a depender de la gente? ¿ a esperar que los demás te resuelvan la vida?
Y realmente me pregunto ¿quién gana cuando uno llega a esa edad, quien.
Pues se repite un lastimoso patrón de frustración en cada generación y nadie hace nada, egoístamente se le deja al que viene la experiencia de pasar también por ahí, pues no se tuvo el valor de resolver y aclarar en su momento.
Si piensas que entonces esto sería un caos y que para evitarlo se han creado los sistemas ideológicos, te digo que no, que se han creado solo por urgencia de poder.
Si nosotros creciéramos conociendo lo que un humano es conforme a sus sensaciones, sentimientos, capacidades intelectuales y espirituales, necesidades biológicas y espirituales, seríamos gente responsable de nuestras vidas y por consiguiente respetaríamos las de los demás, pues tenemos suficiente con nosotros para sentirnos realizados, los demás vivirán su vida y tu la tuya, pues se es lo suficientemente consciente como para querer depender o vivir de los demás, sin la necesidad de que alguien más te lo diga o te lo obligue a creer, pues saberlo ya es natural en ti, de como creciste.